Tenaglia tacha 'desastre' y escribe 'esperanza'

La noche no brilló por su magia en Mendizorroza. Ni siquiera por su fútbol. Porque un partido que no aprecia un tiro a puerta en 65 minutos no es digno de admirar. Para la alegría del templo glorioso, Nahuel Tenaglia tacha 'desastre' y escribe 'esperanza' en el libro del Deportivo Alavés, que vivirá su próximo capítulo fuera del descenso. El equipo de Eduardo Coudet tumbó a la Real Sociedad por 1-0 gracias a la volea del capitán. Quien no negocia el sacrificio improvisó algo de cordura y destapó al conjunto de Imanol Alguacil en la jornada intersemanal de Primera División. La 33.
Un saque de esquina de Carlos Vicente llegó a la posición del '14'. El mismo que se deshizo de su marca, esculpió una definición ejemplar con la que superó a Álex Remiro y se deslizó hacia los 34 puntos que ya luce su escudo en el casillero. Para colocarse por delante del Girona, que cuenta las mismas unidades, y con 2 de ventaja sobre el pozo. Ese lugar oscuro marcado por las 32 marcas de Las Palmas. Orri Óskarsson se quedó a centímetros legales de elevar el 1-1 sobre el tiempo de añadido. Busquets Ferrer anuló el salvavidas de los visitantes por un claro fuera de juego del islandés.
Por duro que resulte, este encuentro presentó su candidatura a la peor primera mitad de la temporada. Con diferencia. En Mendizorroza se colocó el cartel de prohibido tirar a puerta y ambos planteamientos lo tomaron al pie de la letra. O al menos, hasta el tiempo de la tregua. Los 'babazorros' salieron con las ideas claras frente a un planteamiento 'txuri-urdin' al que le costó encontrar a Brais Méndez. Y si el '23' no entra en la fórmula, el resultado de su equipo es negativo. Qué casualidad que la situación que rompió el hielo -de aquella manera- nació en las botas del mago de Mos.
Antonio Sivera calibró su guante derecho con una buena reacción al desvío de Facundo Garcés al disparo tímido de Sergio Gómez. Precisamente, el mariscal de los locales fue de lo más destacado antes del descanso. Inteligente en la interpretación e imperial en la acción. De hecho, también interceptó lo que pretendió ser un golpeo entre los marcos de Take Kubo que acabó en saque de esquina. Precisamente, en el balón parado nació la situación que perdonó Santiago Mouriño. Cazó un rechace suelto y disparó por instinto. Su pareja de batallas le molestó y se marchó al fondo.
La casa del Deportivo Alavés presenció un encuentro que navegó entre los nervios y la tensión. Era la noche de asaltar bien la permanencia o Europa, pero ninguno terminaba de dar el paso. Incluso Busquets Ferrer tuvo más trabajo a la hora de rebajar los altos temperamentos de Kike García o Carlos Vicente, quien vio la tarjeta amarilla por fingir una falta de Jon Pacheco al borde del área. Hasta a Sergio Gómez lo fusilaron con la mirada tras una falta en ataque. ¿Lo mejor que pudo pasar? Que el colegiado no sumara minutos al suplicio de primera parte que se vivió en el norte.
El colmo del humor llegó cuando Tomás Conechny, recién ingresado en la reanudación, vio la tarjeta amarilla en su primera intervención. Sacó sus tacos a pasear hacia la bota de Jon Aramburu y el 'trencilla' se llevó la mano al bolsillo. Menos mal que la contienda entró en un momento de intriga que dejó a Take Kubo al filo del 0-1. El japonés, 'MVP' del encuentro para el respetable, se plantó en zona mortal y engañó hasta al utillero rival con un zurdazo raso hacia el palo más cercano. Para la fortuna del anfitrión, el cuero se estampó en la publicidad. Fue entonces cuando trabajó su suerte.
El local. El del brazalete. Nahuel Tenaglia. Carlos Vicente puso la música desde la esquina y el '14' se libró de su par para armar la volea de sus sueños. La que desencajó a Álex Remiro y desató a Mendizorroza. La parroquia sagrada que no veía triunfar a su escudo desde el 1-0 al Villarreal del 8 de marzo. 1-0 al luminoso. Imanol Alguacil quiso reaccionar con los cambios y sí que tuvo algo más de presencia en zona de influencia. Martín Zubimendi se excedió con el giro de cuello al cabecear un envío desde el rincón que no conoció la igualdad. Orri Óskarsson... sí, aunque por poco tiempo.
En un contragolpe de manual, Sheraldo Becker le puso un caramelo en bandeja al islandés, quien elevó el 1-1 a placer. Hasta que el asistente de Busquets Ferrer levantó su banderín. Evidente posición antirreglamentaria del joven ariete, quien casi armó una tangana en el tiempo de añadido por un fuerte agarrón sobre Facundo Garcés. La sangre no llegó a la escena y el Deportivo Alavés cerró el Día del Libro fuera del descenso. Todo gracias al autor Nahuel Tenaglia. El que tacha 'desastre' y escribe 'esperanza' en el camino del 'Glorioso' hacia la permanencia en Primera División.